05 julio 2011

Día 17



Por fin
Día 17.  La mañana, más fría e inhóspita que de costumbre, presagiaba una subida atragantada. Pero afortunadamente lo único que andaba torcido era mi estado de ánimo. O Cebreiro, la prueba definitiva del Camino de Santiago, que hoy he dejado atrás, materializa una pequeña victoria para el recuerdo. Allí en la cima, vistas preciosas, velas en la ermita para los ausentes, e incluso cava como celebración. Mentiría si dijera que no ha sido duro. Pero, aseguro, menos de lo esperado. Quizás es su duración lo que desanima, una subida de unas 5 horas. El almuerzo agradecido ha evidenciado las virtudes de la gastronomía gallega: Raciones generosísimas del mejor queso fresco que recuerdo, y un sabroso lacón ahumado.


Una vela, qué menos

Recompensa

O Cebreiro




Por lo demás, y hasta la llegada a Samos y su sorprendente monasterio, donde haré noche, mi actitud se ha vuelto algo reservada y melancólica. Ando escaso de palabras, y hoy hubiera agradecido algo más de intimidad en mi viaje. Un sentimiento de volver a pedalear solo que llevo madurando desde mi salida de León. Quizás es simplemente mi escaso talento social, que se agudiza en momentos de tristeza, y que no soluciona el silencio. Quizás es que, más que nunca, hoy veo muy próxima mi llegada a Santiago, y no observo evidencias aquí dentro de una cura espiritual. Será que hay vacíos que ni se llenan, ni se aspira a ello. Quizás es que, en un triunfo personal como el de hoy (humilde, sí) hubiese deseado presencias imposibles. Deseadas.


compañera fiel

de repente, salido de la nada, Samos

2 comentarios:

la chica de las biscotelas dijo...

Gracias! o Cebreiro, cómo pesaba el culo por esa cuesta! y que queso de tetilla nos comimos ahí arriba!

P. dijo...

Jaja, chica de las biscotelas, cuánta hambre provoca esa subida!!