12 diciembre 2010

Día 13


Una pequeña vívora aparece al paso. Estaba absolutamente dormida

Día 13. Empiezo a temer no llegar a cumplir mi objetivo de alcanzar la cruz de Ferro el 16. Supongo que ha sido ese miedo el que me ha dado fuerzas el día de hoy, un día duro psicológicamente, de interminables rectas atravesando el páramo castellano, de introspección, soledad y preocupaciones. De escasez (escasez de pueblos, de peregrinos, de agua, de nubes)


Vistas que parecen cuadros a medio camino entre una pintura impresionista y un pasaje cervantino

Al poco de salir de Burgos me separo de mis compañeros, en busca de algo de intimidad. Me siento solo y cansado. No echo de menos nada excepto a algunas personas, pero el sentimiento de abandono a ratos me supera. Después de otra subida agotadora hasta la colina de Mostelares, (con sus correspondientes vistas maravillosas) he perdido algo de tiempo en Frómista. La razón es sencilla: Cuenta con la iglesia románica probablemente más interesante de toda España.


Iglesia románica en Frómista

El fin de etapa me sorprende en medio de un desfallecimiento casi repentino, con 83 kilómetros a la espalda, en Carrión de los Condes. He estado dando vueltas en busca de un albergue con alguna plaza libre, y cuando más temía quedarme en la calle, me han abierto la puerta las monjas de la congregación del Espíritu Santo. Todo lo que diga positivo de estas buenas señoras se queda corto, la verdad. Es impresionante ver como unas mujeres de edades muy respetables ya, organizan lo que antes era un colegio (bastante grande) y se esfuerzan sin aparentar cansancio en que todo vaya como la seda. La conversación no deja lugar a dudas:

-Perdonen, ¿les queda alguna litera libre?
-Hijo mío, nadie que venga a por una cama aquí se va a quedar en la calle. Si hace falta metemos los colchones en la capilla.(...)

-Mira, te toca dormir en América.
-¿América?
-Sí, hemos puesto a las clases nombres de continentes. Europa, África, Asia y Oceanía ya están a rebosar!

Y sí, después de llevar ya unos días de viaje duro, dormiré en una cama. ¡Una cama! ¿Qué me importa volver a lavar a mano toda la ropa?


Etapa de sorprendente soledad

3 comentarios:

Chica del espejo dijo...

Tuvo que ser muy duro atravesar las tierras tan secas de Castilla, no por la señora, sino por la cabeza...dan demasiadas vueltas...

Qué entrañables las señoras... la hospitalidad es increíble. Y la cama debió saberte a gloria.

Me encanta leerte.

Te echaba de menos.

Paula.

hacedor de trampas dijo...

Algún dia quiero hacer algo así, tiene que ser toda una aventura, es vivir el presente completamente, y buscar soluciones inmediatas a los problemas...escribes muy bien.

Soy ficción dijo...

América, me gusta :)